viernes, 25 de junio de 2010

¿Cuál es el recurso con el que resolvemos la tensión que experimentamos entre lo que deseamos y lo que la realidad nos ofrece a cambio?


Ese viejo y humano truco de la magia
Por Diana Cohen Agrest
Para LA NACION. Miércoles 13 de octubre de 2004

En una de sus novelas, André Gide pone en boca de un personaje una pregunta filosófica en apariencia inocente: "¿Acaso es posible llevar a cabo un acto gratuito, un acto que sea tan pero tan libre que no responda a motivo ni causa alguna, que se haga simplemente porque sí?". Con el propósito de responderse, el personaje se aventura en un gesto que aterra por su carácter definitivo: en un tren, camino a Roma, empuja a un ignoto pasajero a través de la ventanilla y provoca su muerte. El episodio nos muestra que todo acto humano es impulsado por alguna intención -siquiera verificar o falsar una hipótesis filosófica- y que, en definitiva, no hay acto sin sentido. Y que, por añadidura, nada de lo que tiene que ver con lo humano es gratuito. Ni siquiera lo son nuestras emociones, las que parecen emerger sin causa ni finalidad alguna.

En Bosquejo de una teoría de las emociones, Jean Paul Sartre sugiere que éstas son un modo particular de enfrentarse a la realidad. Considérese, por ejemplo, cuando alguien se ríe o siente miedo. Una alegría intensa puede ir acompañada de ciertos fenómenos somáticos, fisiológicos (aceleración del ritmo cardíaco, incremento de la presión arterial, etcétera) y el miedo, por su parte, estimula la liberación de adrenalina. Pero ni la alegría ni el miedo pueden reducirse a estos fenómenos corporales, porque mientras éstos son procesos físicos carentes de sentido y vinculados entre sí por la causalidad natural, por el contrario, tanto la alegría como el miedo tienen un objeto: experimentamos alegría o miedo frente a algo determinado. Y dichas vivencias poseen una significación, un sentido, que la biología no alcanza a explicar.

La zorra y las uvas

Juan, fanático de Boca, se encuentra en un café con Pedro, su entrañable amigo de River. Charlan del clásico del domingo, si el penal estuvo bien o mal cobrado, si el juez de línea sancionó bien a un jugador que presuntamente estaba fuera de juego. Juan se siente molesto porque Pedro se resiste a reconocer los errores de su equipo. Juan va montando en cólera. Sin darse cuenta, lo comienza a agredir, primero sarcásticamente, luego subiendo su tono de voz. Gesticula, su rostro enrojece hasta que, finalmente, acaba por descalificar a su amigo tildándolo de imbécil. El orden de las razones se interrumpe con esta afrenta (ya no se discuten las ideas, sino que se ataca al que las sostiene, en una falacia que los lógicos conocen como el "argumento ad hominem": no importa tanto lo que se dice, sino quién lo dice). Las emociones aniquilaron todo discurso racional.

Pero ellas no operan solamente en asuntos que, para algunos, pueden parecer triviales: cuando perdí a mi madre, desapareció con ella el centro de mi existencia. Anegada por la melancolía, me resistí a proseguir mi rutina cotidiana. Sólo deseaba dormir, olvidar en el sueño una realidad que, por el momento, se me presentaba atroz. En una y otra historia -propuestas por el propio Sartre-, el reino de la razón es sojuzgado por el imperio de las emociones. Admitida esta victoria, ¿cuál es el sentido de la emoción? ¿Qué función cumple en nuestras vivencias? ¿Qué finalidad posee en la existencia humana?

Las dos historias, por distintas que parezcan, muestran una misma forma de enfrentar la vida. Porque ambas muestran que, ante un mundo que no es un horizonte imperturbable al que observo como se observa un espectáculo, sino que me altera psíquica y fisiológicamente, las emociones me permiten abordar mágicamente la realidad.

Con el propósito de explicarnos en qué consiste la emoción, Sartre nos recuerda la fábula de la zorra y las uvas. Todos conocen la fábula de Esopo: una zorra hambrienta sale en busca de comida murmurando para sí: "¡Qué hambre tengo!". Una tortuga la oye y le dice: "Mirá esa parra con esas uvas tan tentadoras". La zorra se acerca a la parra y comienza a saltar hacia los racimos, sin lograr alcanzarlos. "Saltá más alto", le aconseja la tortuga, pero la zorra, por más que se esfuerza, no puede alcanzarlos. Finalmente, decide marcharse, no sin exclamar en voz alta: "Esas uvas no valen la pena, todavía están muy verdes".

Tensión entre deseo y realidad

La fábula nos enseña que una respuesta emocional me permite disimular mágicamente los elementos del conflicto: las uvas, como tantas otras cosas, se presentan en un principio como deseables. Esta cualidad que incita a la zorra a que las arranque y las coma, de pronto se vuelve insoportable porque no puede realizarse, la zorra no puede alcanzar las uvas. Semejante tensión entre el deseo y la realidad se vuelve un motivo para sustituir la cualidad de deseables por una nueva cualidad, la de inmaduras, que resolverá el conflicto y anulará esa tensión. Cuando la zorra toma conciencia de que esas uvas son inalcanzables, espontáneamente las descalifica, y se convence de que no pierde nada. Y como no es posible modificarlas químicamente, confiere mágicamente a las uvas la cualidad que se desea. Es una transformación mágica porque nada ha cambiado, las uvas siguen siendo las mismas; lo que se ha alterado radicalmente es la relación con ellas. La conducta es mágica porque este cambio ha sido inmediato y realizado en el círculo de la conciencia.

El sentido funcional de las emociones parece ser, entonces, la transformación mágica de lo que nos rodea. Toda vez que constatamos que los métodos racionales son ineficaces para conseguir algo que deseamos, porque tal como reconoce Sartre, "la vida es difícil", alteramos mágicamente la realidad.

Cuando Juan no puede persuadir a Pedro con sus argumentos, monta en cólera y proyecta en Pedro la imbecilidad, obteniendo mágicamente lo que no puede conseguir por medio de la discusión racional. Pero Juan olvida su participación en la constitución o proyección de la imbecilidad de Pedro, y percibe la imbecilidad como un dato objetivo del mundo. Colérico, se dice: "Estoy enojado porque es un imbécil". Si se detuviera un momento a pensar, en cambio, se daría cuenta de que se le aparece como un imbécil porque está enojado.

Emoción y evasión

O cuando muere mi madre, la tristeza en la que me sumerjo transforma mágicamente el mundo, lo convierte en un receptáculo indiferente. Habitualmente cargada de proyectos e ilusiones, esta imagen degradada es incapaz de suscitar en mí proyecto o ilusión alguna. El mundo se ha tornado opaco, gris. Y la tristeza es la encargada de transformar mágicamente su sentido.

Intentamos modificar el mundo a nuestro antojo, ya poniéndolo a prueba como en el presunto acto gratuito de Gide, ya resignificándolo para hacerlo más soportable. Mecanismo radical de resolver un conflicto, de disolver la tensión entre mi deseo y la realidad que se me impone, se dice que toda emoción tiene algo de evasión. Y que no es sino una victoria pírrica, porque nos vuelve cautivos de nuestras fantasías; porque, como la zorra, creemos triunfar sobre una realidad que continúa sustrayéndosenos.

Pero gracias a esta transformación, por más mágica que ella sea, la vida se nos vuelve más tolerable. Y hasta nos ayuda a sobrevivir. Al fin de cuentas, eso no es poco.

La autora es doctora en Filosofía (UBA) e imparte cursos a distancia de Bioética en la Universidad Favaloro.

Consigna: ¿Qué similitudes y diferencias encontrás entre lo que enseña el Apunte del Primer Trimestre y lo que dice, respecto de los sentimientos y emociones, Diana Cohen Agrest?

viernes, 11 de junio de 2010

Compartimos el trabajo de Teresa Benitez, de la Escuela Argentina Modelo (5° A)



Teresa Benitez. Escuela Argentina Modelo. Antropología Cristiana

"Debe haber, lo vean los dioses o no, algo extraordinario en el alma mortal. Ya que el sufrimiento, al parecer, es infinito; y nuestra capacidad, ilimitada." Mientras no tengamos rostro

"Sé que podríamos seguir con nuestras vidas, y que los dos estaríamos bien, pero he visto lo que somos juntos. Y nos elijo a nosotros."
Hombre de familia

Introducción

El ser humano debe, ante todo sobrevivir. Para lograrlo, para crecer y formar parte de este mundo, necesita desarrollar una seguridad que le permita siempre avanzar y relacionarse con la sociedad que lo rodea. En el camino gana, pero también pierde parte de su esencia, de su yo más profundo. Renuncia para sobrevivir, la mayoría de la veces sin siquiera saberlo. Es recién en la segunda etapa de su vida cuando narra su pasado y comprende que no todo era como él había imaginado y existían alternativas cuando él creía su destino determinado. Comienza entonces una nueva vida, sea ésta en un tiempo suficiente para formar una familia o simplemente unas cortas horas que renueven el espíritu y lo preparen para el siguiente paso.

Desarrollo

El ser humano es el único animal capaz de hacerse preguntas

El protagonista de la película Hombre de familia es Jack Campbell, un personajes típico de la sociedad post revolución industrial de hoy en día. La película comienza con una introducción a la vida de este hombre, descripción a partir de la cual podemos apreciar el automatismo que la rige. Sin embargo hay un hecho que resalta: la última pregunta verdaderamente profunda que Jack se hizo antes de elegir vivir como un autómata: ¿viajar o no viajar a Londres? ¿Quedarse con Kate (su novia universitaria) o dejarla? Jack opta por lo segundo.

A partir de ese momento se aferra a esa decisión, por una serie de razones: miedo a lo impredecible, comodidad ante la perspectiva de un trabajo seguro, inmadurez emocional y susceptibilidad ante los parámetros culturales que exigían de él un hombre exitoso. Y así vive durante trece años.

El director de la película escogió la fecha del 24 de diciembre (Nochebuena), haciendo énfasis en la idea de milagro navideño para que Jack recibiera una llamada inesperada de Kate. A partir de ese momento el personaje recupera parte de su humanidad perdida con el solo hecho de preguntarse qué pasaría al llamarla y qué hubiera pasado de haber decidido quedarse con ella trece años atrás. El director de la película crea la escena en que Jack evita un tiroteo, en otras palabras evita muertes y violencia para mostrar con más claridad esa humanidad escondida de Jack.

Orual, la protagonista de Mientras no tengamos rostro es una mujer que fue rechazada desde pequeña por su padre, por ser mujer y fea. Como consecuencia, ella no se siente identificada consigo misma y se victimiza durante toda su vida, aceptando sin cuestionar su condición para ella inamovible. Así como Jack Campbell había aceptado su vida vacía. Por lo tanto, no siendo ella suficiente, se aferró a los demás, convirtiéndose en una persona amargada, frustrada y resentida: "Ahora que había conseguido la prueba irrefutable de la existencia de los dioses y de su odio hacia mí, me parecía que nada me quedaba por hacer sino esperar el castigo".

Durante la segunda parte de su existencia, comienza a dudar, a hacerse preguntas, a hacer honor a su condición humana, al igual que Jack cuando recibe la llamada de Kate. Orual finalmente encuentra nuevas respuestas: ella podría haberse aceptado como es y en lugar de depender del otro, siendo una especie de parásito, podría haber vivido una vida plena e independiente.

El hombre es un animal de sentido

Al principio de la película, Jack Campbell entiende como significativo y valioso su carrera profesional, aquello que le iba a proporcionar respeto y admiración en el mundo que lo rodeaba, aquello que la gente le iba a envidiar. Hacia allí orienta su ser, su hacer y su padecer. Como el señor Lassiter, su jefe, le dice: “Eres un orgullo para el capitalismo”.

Sin embargo, el sentido de su vida cambia cuando atraviesa esta situación fantástica de “vistazo” que se le brinda. El mensaje es claro en la escena cuando Jack le muestra su nuevo departamento a Kate y le ofrece la posibilidad de vivir en la ciudad. Usa como argumento principal que ahora finalmente todo el mundo los envidiará y Kate le responde: “Ellos ya nos envidian.” Jack descubre como un niño aquello que no tuvo durante su vida de negocios y conociendo ahora sus dos alternativas elige la segunda, que tiene un sentido mucho más pleno que la anterior. Cuando vuelve a la realidad usa sus habilidades, su conocimiento, para convencer a Kate de quedarse con él.

En Mientras no tengamos rostro, Orual, a diferencia de Jack, ni siquiera tiene un sentido claro para su vida; ella sólo “sobrevive”, trata de ingeniárselas para vivir sin buscar un bien que trascienda todo aquello que la rodea. Va hacia ningún lado; por eso nunca es feliz. Sin la integración narrativa de la experiencia subjetiva de su ser íntimo y de la experiencia objetiva de su ser social, el hombre no puede saber qué es lo que realmente quiere o desea y, por lo tanto, no puede orientar su vida hacia el descubrimiento y la realización de sus posibilidades más propias. Esta narración la realiza Orual recién en la segunda mitad de su vida, casi al final, y a pesar de no poder volver el tiempo atrás o recomenzar su vida (como Jack), ella muere con paz en su interior pues ahora al menos sabe a lo que aspira: “¿Cómo van a mostrarse ante nosotros cara a cara mientras no tengamos rostro?”

Los sentimientos son la respuesta espontánea al modo en que algo afecta al hombre

El Jack Campbell inicial es un hombre claramente acostumbrado a no sentir. En su vida de negocios, todas las decisiones que toma son superficiales y requieren poco esfuerzo emocional de su parte. Seguramente siente vacíos en su vida pero decide ignorarlos manteniéndose ocupado en asuntos poco importantes. Vive encerrado, alejado de la realidad verdadera y de sí mismo.

El conflicto toma lugar y Jack debe enfrentar estas nuevas circunstancias extremas con la aptitud emocional de un niño pequeño, basado en un egoísmo absoluto. Como respuesta a esta situación Jack comienza a sentir, a experimentar sentimientos. En primer lugar está confundido y desorientado, como es predecible; pero poco a poco siente curiosidad, indicio de que se interesa en lo que le sucede y ya no lo rechaza enteramente. Luego, anhela, desea ser este hombre de familia hasta que lo acepta definitivamente y ama esta posibilidad. En consecuencia, luego de esta avalancha de sentimientos, Jack se acerca mucho más a la realidad y a su verdadero yo. Por último ,sintió dolor y vacío al perderlo. Las emociones mueven a la gente y esta breve experiencia impulsa a este personaje a ir a casa de Kate, perseguirla hasta el aeropuerto y rogarle que se quede con él. “Por favor Kate, sólo una taza de café. Siempre podrás ir a París, pero por favor, no hoy.”

En Mientras no tengamos rostro, Orual también bloquea sus sentimientos y cierra su corazón, pero por razones distintas a las de Jack.

Cuando es pequeña, ella comprende que es fea y que su padre nunca la aceptará. Al no poder soportar ese sentimiento de rechazo, Orual se cierra al mundo y a sus propios sentimientos por miedo a ser herida. Ejemplo claro de esto es el hecho de que ella nunca le confiesa su amor a Bardia. Para colmo, la única vez que decide abrirse a una persona (Psyque), y amarla más que a nadie, pierde a su hermana. A partir de este hecho, ella se cierra y se convierte en un ser que por naturaleza nunca fue; hablando metafóricamente, cubre su cara con un velo negro.

En la segunda parte de la historia, ella supera aquellos miedos de la infancia gracias a su madurez y al abrir su corazón comprende por primera vez como había sido la realidad que la rodeaba. (Esto equivaldría al momento en el que sucede el milagro en la vida de Jack).

Siente arrepentimiento y tristeza pues desearía volver en el tiempo pero no puede. Este descubrimiento la motiva a realizar la única acción que puede hacer para redimirse: escribir sobre la verdad.

El hombre se apropia narrativamente de su ser, de su hacer y padecer

En Hombre de familia, la vida de Jack es discontinua, repleta de azares, propósitos, intereses, resultados, sin ningún tipo de conexión entre sí, pues ninguna acción apunta a algún fin trascendente. Hay un mundo que lo rodea y ofrece resistencia al deseo de Jack de llegar a ser lo que aún no es, en este caso un hombre de familia. Si bien en ningún momento narra su historia, definimos el concepto de narración como la manifestación del quien y del sentido de las propias acciones: el “vistazo” que Jack vive hace las veces de narración, y le ayuda a encontrarse a si mismo y al sentido que su vida pudo haber tenido (y aún puede llegar a tener).

En cambio, Orual nunca obtiene esa segunda oportunidad, aunque sí se propone narrar su historia, dándole a ésta la continuidad que la sociedad le había quitado y encontrando en esta recapitulación su plenitud. Su vida biológica se convierte claramente en biográfica. Encuentra la esperanza de una próxima vida en la cual pueda explicar a los dioses su comportamiento, pedirles perdón y formar parte de su reino. Entiende su pasado como una unidad de sentido que buscaba llevarla a ese momento de la narración. Momento de comprensión y aceptación. “El cambio que al escribir se obró en mí fue sólo un principio: apenas una preparación para la cirugía de los dioses. Usaron mi pluma para explorar mi herida.”

Conclusión

"¿Quién es libre?
El sabio que puede dominar sus pasiones,
que no teme a la necesidad, a la muerte ni a las cadenas,
que confía exclusivamente en sí mismo y
que ha redondeado y pulido las aristas de su carácter.”


Al comienzo de ambos relatos, ni Jack ni Orual son libres, pues están atrapados en un mundo en el que no logran explotar su potencial y ser ellos mismos, crecer y desarrollar su persona. Sin embargo, gracias a la narración que realiza Orual y al milagro de Navidad de Jack, ambos vislumbran por primera vez el concepto de libertad y con este, la esencia de cada uno. Orual aprende a dominar sus pasiones, viendo así por primera vez la realidad y Jack aprende que necesitar de otros es positivo y enriquecedor. Ambos aceptan que la clave de la felicidad yace en ellos mismos y en nadie ni en nada más. Y a partir de este momento, ambos viven en consecuencia, construyéndose para acercarse cada día más a las personas que desean ser.

Un poco de Gorgias, a nadie le hace mal

Gorgias: "Elogio de Helena"

"La palabra es un poderoso soberano que, con un cuerpo pequeñísimo y completamente invisible, lleva a cabo obras sumamente divinas. Puede, por ejemplo, acabar con el miedo, desterrar la aflicción, producir la alegría o intensificar la compasión. Que ello es así paso a demostrarlo. Preciso es también demostrarlo a la opinión de los que escuchan. La poesía toda yo la considero y defino como palabra en metro. A quienes la escuchan suele invadirles un escalofrío de terror, una compasión desbordante de lágrimas, una aflicción por amor a los dolientes; con ocasión de venturas y desventuras de acciones y personas extrañas, el alma experimenta, por medio de las palabras, una experiencia propia. Y ya es hora de que deje este argumento para pasar a otro: los encantamientos inspirados, gracias a las palabras, aportan placer y apartan el dolor. Efectivamente, al confundirse el poder del encantamiento con la opinión del alma, la seduce, persuade y transforma mediante la fascinación. De la fascinación y de la magia se han inventado dos artes, que inducen errores del alma y engaños de la opinión. ¡Cuántos persuadieron -y aún siguen persuadiendo- a tantos y sobre tantas cuestiones, con sólo modelar un discurso falso! Si todos tuvieran recuerdo de todos los acontecimientos pasados, conocimiento de los presentes y previsión de los futuros, la palabra, aún siendo igual, no podría engañar de igual modo. Lo cierto es, por el contrario, que no resulta fácil recordar el pasado ni analizar el presente ni adivinar el futuro"

Traducción de Antonio Melero, "Sofistas: testimonios y fragmentos", en la Editorial Gredos.

martes, 1 de junio de 2010

La vida es enigmática


«Como el ser humano ni es ya todo lo que puede ser ni lo es a la vez, el verdadero autoconocimiento no se consigue al cavilar a solas sobre sí sino mediante la atención a la diversidad. Y, como ninguna manifestación histórica de la vida la agota, ésta adquiere un carácter abismático que la convierte en enigmática. La vida es misteriosa y la filosofía tiene como objeto el enigma de la vida porque ésta excede siempre a sus productos, porque al profundizar en ella nunca tocamos fondo, siempre hay más»

Jorge Vicente Arregui,
La pluralidad de la razón, Síntesis, Madrid, 2004, página 29.

Algunas preguntas para el Segundo Trimestre


  • ¿Qué o quién obliga a Jack Campbell a transitar el 'vistazo' (glimps)?
  • ¿Por qué razón y con qué autoridad puede obligarse a Jack Campbell a transitar dicho 'vistazo' (glimps)?
  • ¿Por qué razón la chica violada elige al Dr. House para conversar con él? (Dr. House, Tercera temporada, capítulo 12: "Un día, una habitación"
  • ¿Qué relación podemos establecer entre el vínculo 'chica violada/House' y el vínculo 'Cameron/hombre-mayor-enfermo-terminal'?
  • ¿Por qué razón Orual elige a Psiqué como el sentido de su vida?
  • ¿Por qué razón fija en Psiqué el sentido de su vida?
  • ¿Por qué razón Orual no encuentra el sentido de su vida en el ejercicio de su rol/papel/función de Reina de Gloma?



El amor en el siglo XVII

La carta de amor es una pintura del artista holandés Johannes Vermeer. Es un óleo sobre lienzo que tiene un tamaño pequeño, 44 centímetros de alto y 38,5 de ancho. Su fecha aproximada data de 1669-70.

En la obra se observa a dos mujeres: una está sentada con un laúd en su mano izquierda. En la otra, sostiene una carta que le ha entregado la otra mujer, la sirvienta, que se encuentra de pie.

La mujer de la casa es joven y va bien vestida, con un traje de la época de color amarillo y remates en blanco que demuestra que es de clase pudiente. Parece que estaba tocando el laúd y deja de tocarlo cuando se acerca la sirvienta para entregarle la carta de amor.

En primer plano, se puede observar una especie de pasillo con una cortina y una silla con lo que parecen unas partituras a la derecha y una especie de mapa en la izquierda.

Esto crea una sensación al espectador de estar viendo una escena privada, íntima y personal, ya que lo primero que se ve es una puerta abierta y las protagonistas están al fondo, lo que da mayor profundidad de espacio.

El tipo de suelo, en damero (ajedrezado) es algo habitual es las obras de Vermeer y de otros pintores holandeses del siglo XVII. Este elemento le da tridimensionalidad a la imagen.

El hecho de que estén iluminadas y que el primer plano esté en sombra, les da más protagonismo a ellas y profundiza la escena.

Se ha interpretado cada elemento del cuadro y se ha dado una simbología determinada. Por ejemplo, el instrumento que sostiene la dama es el laúd, que en el siglo XVI se consideraba un símbolo de amor. Hay unos zuecos tirados en el suelo que significa amor ilícito y la escoba o el cesto representan lo doméstico, como si ese tema lo hubiera dejado abandonado. La chimenea y el cuadro de la marina también representan las pasiones amorosas.

Los colores son muy variados: destacan el amarillo del traje de la mujer pudiente y el azul de la sirvienta. También hay blancos, marrones, naranjas y tonos oscuros en la parte de la sombra.

Un cuadro muy realista en cuanto a la calidad de la pintura ya que casi parece que estamos dentro espiando a las dos mujeres.